3. Áreas de la Contabilidad

El panorama económico actual presenta connotaciones muy variadas, aspecto este que condiciona que los diferentes agentes económicos estén interesados en la obtención de información de muy diversa índole para tomar decisiones de carácter muy diverso. Por ello, la información solicitada por los usuarios contables puede ser de distinta naturaleza y referirse a distintos sujetos económicos. De ahí, que puedan distinguirse, entre otras, las siguientes áreas contables, tomando como base los ámbitos de aplicación que estableció Richard Mattessich.

Contabilidad Microcontabilidad
  • Contabilidad de la empresa
  • Contabilidad del sector público
  • Contabilidad de las unidades de consumo y organizaciones sin fines de lucro
Macrocontabilidad
  • Contabilidad nacional
  • Contabilidad de las transacciones interindustriales
  • Contabilidad de los flujos monetarios y crediticios
  • Contabilidad de la balanza de pagos

A continuación, someramente se analizan estas áreas.

3.1. Microcontabilidad

Emite información de las familias, empresas, sector público y organizaciones sin fines de lucro, es decir, de las distintas unidades que componen el sistema económico.

3.1.1. Contabilidad de las unidades de consumo o familias

Se ocupa de la distribución de la renta familiar entre los miembros que la integran. Apenas tiene importancia ya que para su elaboración no se precisa organización contable.

3.1.2. Contabilidad de las organizaciones sin fines de lucro

Cuanto más avanzada está una sociedad más se ocupa de actividades de interés general como educación, investigación, deportes, asistencia sanitaria y social, o cualesquiera otras que tiendan a promover el bien común. Así, en los últimos tiempos, en los países más adelantados, estas organizaciones (fundaciones, asociaciones, etc.) han proliferado considerablemente y la gama de servicios que prestan cada vez es más extensa.

El aumento de su peso específico en la economía ha fomentado el desarrollo de esta rama de la contabilidad. Cada día son más numerosos los grupos y personas que muestran interés por la misma: donantes, órganos de control, beneficiarios, Administración Pública, etc., ya que les orienta sobre su funcionamiento y la eficacia de su gestión.

Estas entidades generalmente destinan sus recursos a prestar bienes y servicios sociales, pero no para lucrarse ellas, sino para que el mayor sector posible de la sociedad disfrute de sus «cualificadas» prestaciones. De tal modo, que el éxito o fracaso de la gestión de estas organizaciones obedece a la cantidad de necesidades que hayan cubierto y a la calidad de los servicios prestados. Para conocer en qué medida, la organización ha cumplido su misión se requiere un sistema contable que indique los objetivos a alcanzar (número de servicios sociales a prestar y calidad de los mismos), compruebe periódicamente los recursos disponibles y la correcta gestión de éstos para el logro de los objetivos establecidos.

En suma, los entes pertenecientes a este ámbito dispondrán de un sistema de contabilidad financiera y sería deseable que también contaran con un sistema de contabilidad de gestión (para la diferenciación de estas dos ramas contables, véase lo expuesto al respecto en el siguiente epígrafe).

3.1.3. Contabilidad de la empresa

Esta área siempre ha ocupado un lugar destacado, tanto a nivel doctrinal como profesional, debido al vital papel que desempeñan las empresas en la realidad económica. El hecho de que estas unidades creen más o menos riqueza repercute en la totalidad de la economía. De ahí que sea considerada el núcleo de la contabilidad.

La información relativa a la empresa puede centrarse en la circulación económica que se produce al realizar la entidad operaciones y transacciones con el mundo exterior, o bien circunscribirse al marco de la circulación económica que se genera en el seno de la empresa como consecuencia de la transformación de unos bienes y servicios en otros bienes y servicios de diferente naturaleza. En el primer caso, se hará referencia a la contabilidad financiera y en el segundo a la contabilidad de gestión.

La información emitida por la contabilidad financiera será objeto de difusión al mundo exterior y, por ello, se hace accesible a un amplio conjunto de usuarios que puedan emplearla para tomar decisiones de muy diversa índole. Por contra, la información emanada de la contabilidad de gestión se restringe generalmente al ámbito interno de la entidad para tomar decisiones tendentes a mejorar su gestión.

3.1.3.1. Contabilidad financiera

La contabilidad financiera, también llamada contabilidad general o contabilidad externa, es la que se ocupa de registrar aquellas operaciones que relacionan a la empresa con el exterior y suministra datos a los usuarios externos e internos.

La contabilidad financiera emite datos que se plasman en estados contables que son objeto de difusión pública. En éstos, la empresa ha de informar del patrimonio, constituido por recursos económicos y financieros, con los que cuenta en una fecha determinada y del beneficio, o pérdida, obtenido en cierto período de tiempo. De esta información se derivarán decisiones por parte de los inversores, la Administración Pública, los sindicatos, los gestores de la empresa, etc.

Indudablemente, en una determinada fecha, la empresa dispone de cierto patrimonio, pero éste se ve modificado tras la realización de una serie de operaciones como pueden ser la venta de sus productos, que le concedan un préstamo o alquile un local. Por este motivo, y dada la incidencia que estas variaciones pueden tener en la riqueza de otros, la unidad empresarial ha de difundir esta información con carácter periódico.

Para la elaboración de estos datos, expresados en unidades monetarias, se sigue un método específico. Partiendo del patrimonio que tiene en un momento 1, registra todas aquellas transacciones que la relacionen con el entorno desde el momento 1 al momento 2 y así poder calcular el beneficio, o pérdida, logrado en ese intervalo de tiempo y el patrimonio –o riqueza– con que cuenta en el momento 2.

Son requisitos primordiales la objetividad y la credibilidad. Para que la información jurídica sea útil y consensuada es imprescindible que esta información sea objetiva, ya que son muchos los contables que la elaboran y muchos los usuarios que la toman como punto de referencia. Además, este rasgo permite comparar datos entre distintas empresas y entre fechas diferentes. La veracidad de los datos es fundamental para cualquier destinatario, por eso ha cobrado tanta importancia en nuestra sociedad la figura del auditor.

3.1.3.2. Contabilidad de gestión

Cierta información puede transcender al exterior de la unidad económica, pero normalmente sólo es utilizada internamente para que tomen decisiones sus gestores.

Cualquier empresa para llevar a cabo su actividad ha de consumir materias primas, electricidad, mano de obra, utilizar determinadas máquinas e instalaciones... Gradualmente, mediante la realización de distintas actividades, todos estos factores que han intervenido en el proceso productivo se han ido transformando hasta lograr los productos o servicios deseados. Más tarde, estos productos o servicios se colocarán en el mercado a través de su venta.

La contabilidad de costes –conocida también como analítica, industrial o inter na– proporciona a la organización datos periódicos sobre las materias primas emple adas, el desgaste experimentado por las máquinas, las horas de mano de obra empleadas, tiempos ociosos, precios de venta, stocks existentes en almacén en su proceso productivo, etc. De este modo, los responsables de la empresa podrán conocer el coste de los productos fabricados o de los servicios prestados, los costes correspondientes a cada departamento y sección, así como los resultados logrados por cada línea de productos y en cada departamento.

Esta información pretende medir la productividad lograda por la unidad empresarial en un intervalo de tiempo y orienta a los responsables de la misma ante cuestiones como: si debe aceptar o no un pedido, si sería rentable lanzar un nuevo producto o comercializar en nuevos mercados, etc.

En las últimas décadas, el entorno económico ha experimentado profundos cambios (por competencia, progresiva descentralización y profesionalización, globalización, etc.), realidad que ha provocado que la contabilidad de costes, al centrarse en los costes, resulte indiferente a la dirección de la empresa de cara a establecer políticas eficaces que reduzcan sus problemas y le permitan gestionar adecuadamente sus recursos. Para una conveniente planificación y correcto control, se hace patente la necesidad de sistemas de control y dirección más avanzados que garanticen a la unidad económica su supervivencia en el entorno fluctuante en que nos vemos inmersos. Por ello, se desarrolla la contabilidad de gestión, área contable cuyo núcleo viene constituido por la contabilidad de costes, pero cuyo contenido se expande más allá de las fronteras de la contabilidad interna y, en cierta medida, como consecuencia de su evolución.

La Asocación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (en adelante AECA) define la contabilidad de gestión como «la rama de la contabilidad que tiene por objeto la captación, medición y valoración de la circulación interna, así como su racionalización y control, con el fin de suministrar a la organización información relevante para la toma de decisiones empresariales».

3.1.4. Contabilidad pública o contabilidad del sector público

De una forma genérica se podría decir que el sector público está constituido por las empresas públicas y las Administraciones Públicas. La contabilidad pública se ocupa del sistema contable de estas últimas, que al prestar servicios públicos sin afán de lucro, presenta notables diferencias con respecto a la contabilidad de la empresa.

La pieza clave de la contabilidad pública es el presupuesto, concretamente en España el Presupuesto General del Estado, en el que se plasman cifras previsionales de ingresos y gastos, así como su posterior realización. Pero esta área no debe limitarse al presupuesto, lo que ha venido sucediendo durante mucho tiempo. Su campo de aplicación debería extenderse a niveles similares a los de la contabilidad de la empresa, puesto que un gran colectivo precisa información de esta índole para adoptar decisiones económico-financieras.

En el ámbito político, económico e institucional, interesa –igual les ocurre a las empresas y a los ciudadanos en general– conocer el resultado y el patrimonio nacional, y saber cómo se redistribuyen éstos, puesto que la mayor parte de su financiación proviene de impuestos y otros pagos obligatorios en los que todos colaboramos. Una peculiaridad muy importante es que hay que rendir cuentas del presupuesto realizado, del patrimonio y de los resultados ante un órgano de control externo; en nuestro país es el Tribunal de Cuentas.

Por otra parte, cada día con mayor intensidad se reclama la implantación de modelos de contabilidad de gestión en los entes pertenecientes a este sector. De este modo, sus directivos estarán en condiciones de gestionar más eficazamente los recursos de los que disponen y, además, los ciudadanos podrían conocer el coste de los servicios que generan.

3.2. Macrocontabilidad

Si la información económica tiene presentes a todas las unidades económicas que integran el sistema económico, entonces se habla de macrocontabilidad. Puede referirse a una economía nacional o regional en su conjunto.

Los datos que proporciona la macrocontabilidad valen a los responsables de la política económica para tomar decisiones que potencien la expansión económica de la nación o de la comunidad autónoma; aunque también son útiles a los ciudadanos, a los demás países y a las restantes regiones.

Los fines perseguidos por la macrocontabilidad y la microcontabilidad son análogos, pero entre ambas áreas existen grandes diferencias, que principalmente radican en el campo de estudio y en la aplicación del método contable.

La macrocontabilidad aborda y estudia aspectos concretos de la realidad económica, con el fin de dar respuesta y contribuir a tomar decisiones de distinta índole. Así, se distinguen modelos contables macroeconómicos relativos a la renta nacional, las transacciones interindustriales, los flujos monetarios y crediticios y a la balanza de pagos; cada uno de ellos contempla la parcela referida en su denominación y para su obtención se siguen procesos distintos.

La diferencia fundamental entre el ámbito micro y macroeconómico radica en los datos contables, que en el caso de la macrocontabilidad son las magnitudes macroeconómicas. En principio y teóricamente, estos datos se podrían obtener sumando todos los provenientes de las unidades económicas que componen el sistema, pero dada la heterogeneidad del proceso de captación en cada una de ellas, la dificultad que entraña la obtención de datos de las unidades de consumo, etc., se recurre a estimaciones estadísticas y métodos econométricos.

Para la obtención de las macromagnitudes, se divide la economía en ramas de actividad que engloban unidades productivas homogéneas, y en sectores institucionales compuestos por las diversas instituciones existentes en la economía. La macrocontabilidad se ocupa de informar acerca de las transacciones económicas habidas entre los sectores desde una óptica dinámica y no estática.

A fin de que la exposición resulte más clara, se va a hacer una breve referencia al modelo de las transacciones interindustriales o modelo input-output , formulado por W. Leontief en 1941, que describe las interdependencias existentes entre los sectores que componen la vida económica nacional o regional, así como las que se prevén en un futuro.

Así, si se programa un aumento en la construcción de casas, de una forma más o menos directa, se está planeando también un incremento en la producción de cemento, de vigas de acero, de madera y, en una palabra, de cualquier materia prima necesaria para edificar. Pero, a su vez, la creciente demanda de todas estas mercancí as va a provocar una mayor producción de las mismas, y así sucesivamente. De lo anteriormente expresado, se deduce que los distintos sectores productivos están interrelacionados.

Este modelo resulta un instrumento adecuado y correcto, siempre que se analice a lo largo del tiempo, para programar el desarrollo económico de un país, ya que indica, en cierto grado, los sectores que deben potenciarse y la dirección que hay que imprimir a la economía nacional para que ésta resulte competitiva.